Revisión sobre PRODUCTOS LÁCTEOS

05.04.2020

La leche y derivados lácteos y sus efectos sobre marcadores de inflamación

Las enfermedades crónicas inflamatorias más comunes como la obesidad o la diabetes, así como las alergias, están fuertemente influenciadas por la nutrición, el metabolismo de los alimentos (nutrientes) y con los procesos inflamatorios.

Sin embargo, no debemos preocuparnos de determinados procesos inflamatorios fisiológicamente normales, como la inflamación derivada del entrenamiento o la inflamación postprandial, la cual es un proceso normal posterior a la ingesta de alimentos.

Los productos lácteos son un grupo de alimentos de interés en cuanto a la capacidad de inflamación de los nutrientes en los humanos.

Otro factor importante y foco de estudio es la modulación de los productos alimentarios en la microbiota intestinal; nuestra microbiota intestinal se relaciona íntimamente con nuestro cuerpo e influye en aspectos importantes como el sistema inmune o la digestión de nutrientes, pero hoy estos interesantes huéspedes no son los protagonistas de nuestra revisión.

Los productos fermentados, por ese aporte de bacterias vivas a nuestro tracto digestivo, como yogur o queso, podrían influir en el sistema inmune humano.

En un estudio de la FAO de 2013 se constató que la leche y los productos lácteos constituían el 14% de la ingesta calórica de los humanos. Cada humano consume de media 100 litros de leche por año. Por lo tanto, el estudio del consumo de la leche en relación con cualquier patología parece estar justificado.

El ATTICA Study reportó una relación inversa entre el consumo de productos lácteos y marcadores de síndrome metabólico y de inflamación (Panagiotakos et al, 2010). Por otro lado, la relativa alta concentración en grasas saturadas y antígenos dietéticos ha hecho que algunos científicos consideren estos alimentos como principales causantes de enfermedades inflamatorias crónicas y enfermedades autoinmunes.

En la presente revisión debemos resolver las siguientes dudas:

¿Son la leche y productos lácteos importantes en la nutrición humana cuantitativa y cualitativamente?

La inflamación, en particular la crónica de bajo grado, ¿influye de manera significativa en la salud de la población y su longevidad?

¿Los procesos inflamatorios y el metabolismo de los nutrientes son mecanismos íntimamente relacionados?

Propiedades pro y antiinflamatorias de los productos lácteos

En la presente revisión constituida por 78 estudios (Bordoni, A, et al, 2015), de los cuales 52 fueron realizados en humanos, indicó que el consumo de productos lácteos está asociado con propiedades antiinflamatorias. (Todo calculado con un IS (Inflammatory Score) *Este marcador inflamatorio fue establecido a través de un sistema de puntuación con el cual se medía el cambio neto de cada marcador inflamatorio estudiado después de la ingesta de determinados productos. Se dio un valor de +1 a cada cambio en los parámetros inflamatorios que contribuyese a un estado antiinflamatorio (por ejemplo, un aumento de un parámetro antiinflamatorio o disminución de uno proinflamatorio). Se otorgó un valor de 0 para los resultados en que los marcadores inflamatorios finalmente no se modificaban, ni positiva ni negativamente. Por último, pero no menos importante, se aplicó el valor de -1 a cada cambio en los parámetros inflamatorios que derivasen en un estatus proinflamatorio (una disminución de un parámetro antiinflamatorio o un aumento de uno proinflamatorio).

La calificación de esta asociación fue catalogada como débil pero significativa ya que la relación con marcadores de inflamación fue de un nivel más bajo al esperado.

Se detectó un aumento de marcadores de inflamación en aquellos sujetos con alergia a la leche, como era de esperar.

En una revisión sistemática en 2013 desarrollada por Labonte et al, investigaron el impacto del consumo de productos lácteos en los marcadores de inflamación. Los autores concluyeron que el consumo de productos lácteos en la población de estudio (adultos con sobrepeso y obesidad) no produjo efectos adversos explicando que no existen diferencias entre efecto beneficio y neutral en el consumo de estos productos en relación a la inflamación.

En la presente revisión se seleccionaron 24 estudios en los que la población intervenida tenía desórdenes metabólicos. Los datos del IS indican que en este tipo de pacientes el consumo de productos lácteos derivo en propiedades antiinflamatorias del mismo modo que en el grupo de sujetos sanos (IS positivo). Se mostró notablemente más elevada la IS en el grupo metabólico que en el grupo de sujetos sanos, lo que parece indicar que las propiedades antiinflamatorias de los productos lácteos se acentúan cuando la persona sufre un proceso de inflamación crónico como es la obesidad u otro desorden metabólico.

En 10 estudios se obtuvieron resultados proinflamatorios del consumo de productos lácteos en un grupo de sujetos sanos, sin embargo, ningún estudio mostró efectos proinflamatorios en sujetos con patologías metabólicas.

La específica función de los productos lácteos en el grupo MET (grupo con desordenes metabólicos) está ligada a la naturaleza inflamatoria de la obesidad por la sobreexpresión de citoquinas proinflamatorias.

La gran mayoría de estudios recopilados en esta revisión indican que los productos lácteos incluso los ricos en grasa tienen efectos antiinflamatorios pese a que 9 de ellos relacionan estos productos con la inflamación.

El consumo de grasa, en particular grasa saturada y ácidos grasos trans han sido asociados con procesos inflamatorios en humanos. No obstante, la opinión sobre el efecto inflamatorio de grasas saturadas actualmente no está demostrada, pudiéndose atribuirse a otros factores (Lawrence, 2013).

Los nutrientes presentes en los productos lácteos que pueden estar relacionados con potentes efectos antiinflamatorios son los ácidos grasos poliinsaturados, proteínas y glicanos o glucanos (polisacáridos formados específicamente por unidades de monómeros del monosacárido D-glucosa,​ unidos entre sí por medio de enlaces glucosídicos).

El beneficio antiinflamatorio que presentan los productos lácteos fermentados como yogur o queso, parece atribuible a la presencia de bacterias vivas o sus efectos metabólicos. La actividad antiinflamatoria de determinadas bacterias acido lácticas y bifidobacterias ha sido bien reportada (lomax, 2009 y Tsai et al, 2012).

Más aún determinados productos derivados de la fermentación de la leche con bacterias, en particular péptidos bioactivos y glicanos, interactúan con la microbiota intestinal y con las células del sistema inmune, mejorando el enterotipo del sujeto y consecuentemente mejorando su salud.

No obstante, hay que tener en cuenta si estamos detectando de manera correcta la inflamación y si los biomarcadores utilizados son los adecuados. En la presente revisión se utiliza el IS teniendo en cuenta estas limitaciones: La inflamación es un fenómeno complejo no descrito únicamente por un solo biomarcador; existen más de 50 biomarcadores que han sido identificados en 52 estudios en humanos. La mayoría de estudios se centran en unas pocas citoquinas solubles en plasma. El número de marcadores utilizados en cada estudio abarca desde uno a diez.

Los productos lácteos, por lo tanto y en base a la evidencia científica actual, en particular aquellos que proceden de la fermentación, tienen propiedades antiinflamatorias salvo en aquellos que presentan alergias específicas a estos productos, y especialmente en sujetos con patologías metabólicas.

Leche como recuperador post ejercicio y sus implicaciones en el rendimiento y salud.

La recuperación post entreno es sin duda alguna multifactorial y debe ser individualizada debido a los distintos tipos de deporte o actividad física, el tiempo de recuperación entre entrenos y los objetivos del atleta.

Desde una perspectiva nutricional las principales consideraciones serían:

1.- Optimización del recambio proteico.

2.- Resíntesis de glucógeno muscular.

3.- Rehidratación.

4.- Manejo y monitorización del dolor muscular.

5.- Manejo y monitorización del balance energético.

La leche es una bebida prácticamente isotónica con una osmolalidad de 280-290 mosml/kg. La leche por su contenido en proteína y agua aumenta la síntesis de proteínas y favorece la rehidratación, puede contribuir a la resíntesis de glucógeno y atenuar el dolor muscular y pérdida de funcionalidad muscular.

No obstante, hay que tener en cuenta que compara la leche con bebidas comerciales y no con un post entreno específico con características reales de recuperación, como se debe pautar en deportistas.

La ingesta de leche post ejercicio puede reducir la ingesta calórica y puede ser una herramienta eficaz cuando necesitamos manejar el peso en situaciones en las que esto sea necesario. (Cortes de peso, objetivos estéticos...)

Los aspectos importantes que habría que remarcar en este apartado son:

- La recuperación post ejercicio debe ser siempre individualizada y, por lo tanto, estudiar por separado cada atleta y utilizar las estrategias que sean convenientes en cada caso, por supuesto la utilización de leche en determinados momentos será una herramienta adecuada.

- La actividad física realizada y las metas del deportista serán claves.

- Por otro lado, la leche será un post entreno económico en comparación con otros productos como suero de leche.

Tabla 1.Composición nutricional y precio por cada 100 ml de distintas bebidas

Datos obtenidos de: James, L. J, 2019.

Figura 1. Diagrama de flujo que explica los beneficios de la recuperación a partir de la leche. Datos obtenidos de: James, L. J, 2019.

La leche y sus productos derivados son muy importante en una alimentación omnívora y lacto vegetariana, representando una fuente de nutrientes esencial y de otros micronutrientes como el calcio.

En distintos estudios se relaciona el consumo de leche como una herramienta eficaz para mantener niveles óptimos de salud y como un factor de protección contra determinadas enfermedades crónicas.

Como dijimos antes la leche es prácticamente isotónica con una osmolalidad de 280-290mosml/Kg y una mezcla de proteína de alta calidad, carbohidratos, agua y micronutrientes.

Cuando evaluamos una bebida como recuperador tenemos que pensar en cuanto de eficaz será para:

- Optimización del recambio proteico y en particular la síntesis de proteína muscular para promover la remodelación muscular.

- Repleción del glucógeno muscular y en segundo lugar el hepático.

- Rehidratación.

- Evaluación del dolor muscular.

- Manejo de las necesidades energéticos post entreno.

"Todo ello dependerá y se modificará en función del deporte practicado, el número de entrenos y otros ítems específicos de cada deportista, pudiendo llegar a ser insuficiente la recuperación con leche"

Distintas investigaciones concluyen que la fuente, la cantidad y el patrón de ingesta de proteína influirá en la MPS (Síntesis de proteína muscular por sus siglas en inglés). Parece que 20 g de proteína de alta calidad es suficiente cuando trabajamos el tren inferior, pero si trabajamos el cuerpo entero necesitaremos cantidades superiores.

1 L de leche contiene 36 g de proteína por lo que 600 ml sería suficiente para llegar a estos números.

La proteína animal, más rica en leucina y con una digestibilidad mayor parece ser una mejor opción si la alimentación del deportista lo permite. Así mismo la leche contiene un 80% de caseína y un 20% de suero, provocando un incremento similar del MPS comparando leche "completa" con suero (Whey protein) siendo ambas opciones superiores a la bebida de soja.

Síntesis de Glucógeno

Si existe suficiente tiempo entre entrenos (+36 horas) los CH de la comida deben ser suficientes para llevar a cabo una correcta repleción de los niveles de glucógeno.

Sin embargo, si no se cumple ese tiempo entre entrenos, necesitaremos entre 1-1,2 g· Kg cada hora durante las 4 siguientes para maximizar la reposición.

El consumo de proteína y creatina post entreno junto con CH hará que la repleción sea más eficaz. La leche no garantizará estas cantidades descritas.

Sin embargo, cuando tenemos varios entrenos en el mismo día, un batido de leche con sabor (chocolate, vainilla...) pueden ser útiles para reponer el glucógeno intra - entrenos.

En la revisión de Pasiakos en 2014 se evalúa el efecto de la leche de vaca para mejorar el rendimiento del atleta y su recuperación. Se utilizan 11 estudios en los cuales se utiliza la leche de vaca y no otros productos derivados de la leche.

Alguno de ellos encontró efectos positivos en el rendimiento y recuperación y otros ninguno. La controversia podría deberse a la heterogeneidad del consumo de la leche (cantidad, timing...), al tipo de intervención o a la heterogeneidad de resultados medidos. Por lo tanto y como conclusión se necesitan estudios bien dirigidos para comprobar el efecto de la leche en el rendimiento.

Efectos en el rendimiento y en la función muscular después de entrenamientos de fuerza y deportes de alta intensidad.

Los factores medibles para evaluar el rendimiento fueron diversos. En relación a la función muscular, la mayoría de los estudios mostró daño muscular o dolor muscular a través de escalas subjetivas y marcadores bioquímicos como CK o mioglobina. Respecto a los indicadores de rendimiento los resultados fueron dicotómicos, en unos se vio una relación positiva entre rendimiento y consumo de leche y en otros no se apreció esta relación.

El consumo de leche no modificó los marcadores bioquímicos en suero de CK, mioglobina, Proteína C-reactiva y carbonilos proteicos; todos ellos marcadores de daño muscular.

Sin embargo, si se observaron valores significativamente bajos en los niveles de CK 48 horas después de la actividad física en el grupo que había consumido leche en comparación con el grupo que no la consumió.

No hubo cambios significativos en la sensación de dolor inmediatamente después del ejercicio, pero si la hubo 72 horas después de la actividad, siendo positivos en el grupo LECHE en comparación con el grupo CONTROL.

En cuanto a los deportes de resistencia, no se han observado mejoras significativas en el consumo de leche, ni en el rendimiento, ni en el dolor muscular ni en la recuperación post entreno.

Como conclusión podemos afirmar que no existe evidencia que indique que el consumo de leche en la "zona entrenamiento" (pre-intra-post) constituya una ventaja de rendimiento, recuperación o mejora en la sensación de dolor o percepción del esfuerzo.


¿Es la leche un producto bueno o malo para la salud humana?

Siempre ha existido un cierto recelo al consumo de productos lácteos debido a diversas teorías pseudocientíficas produciéndose en los últimos años un repunte del consumo de bebidas vegetales.

La presente revisión pretende unificar la evidencia que existe sobre el consumo de productos lácteos y su relación con diferentes patologías como obesidad, diabetes mellitus tipo 2 (DM2), enfermedad cardiovascular, osteoporosis, cáncer y mortalidad por todas las causas a través de meta - análisis, estudios observacionales y estudios randomizados doble ciego.

Como breve resumen antes de abordar cada aspecto, la evidencia parece mostrar que el consumo de productos lácteos y fundamentalmente aquellos procedentes de técnicas de fermentación (queda excluida la mantequilla), están inversamente relacionadas con las patologías enumeradas en el párrafo anterior. Las bebidas vegetales fortificadas con calcio se han mostrado como una alternativa en el mundo de la industria alimentaria, no siendo esta comparación acertada ya que ambos alimentos son completamente distintos.

La totalidad de la evidencia científica de esta revisión indica que el consumo de lácteos y sus derivados contribuye a encontrar las necesidades orgánicas de nutrientes y puede proteger contra enfermedades crónicas, mientras que se han reportado muy pocos efectos adversos.

Obesidad y DM2

La obesidad es un grave problema social que recorre el mundo entero, sobre todo en aquellos países llamados del primer mundo; la obesidad infantil es el primer objetivo de las políticas de prevención de obesidad debido a que, de niños obesos, adultos obesos con comorbilidades asociadas. Esto supone a parte de un grave impacto en la salud, un gran impacto en la economía sanitaria.

En recientes metaanálisis el consumo de lácteos se relacionó con un 38% menos de probabilidad de tener sobrepeso u obesidad comparado con los grupos de baja ingesta de lácteos. Un incremento de una ración de lácteos fue asociado con 0,65% menos de grasa corporal y un descenso de un 13% de riesgo de ser obeso o tener sobrepeso.

En el meta - análisis realizado por Abargouei, A. S y colaboradores, concluyen que el consumo de productos lácteos en dietas normocalóricas no llevaría a ningún cambio significativo en la composición corporal, sin embargo, cuando se consumen durante dietas hipocalóricas, pueden producir una mejor pérdida de peso, grasa corporal y disminución adicional de circunferencia de cintura, así como promover la ganancia de masa muscular. Más evidencia al respecto nos muestra el estudio realizado por Stonehouse, W. y col. donde tras el análisis de 27 ensayos controlados aleatorizados concluyen que, en dietas hipocalóricas, el consumo de entre 2 y 4 porciones estándar / día de alimentos lácteos o 20-84 g / día de proteína de suero en comparación con dietas control bajas en lácteos, durante una mediana de 16 semanas, produce una mayor pérdida de peso corporal y masa grasa, mientras que atenúa la pérdida de masa magra en adultos de 18 a 50 años de edad (el 90% eran mujeres en este estudio).

Por lo tanto, la evidencia de los últimos años muestra que durante las fases de pérdida de peso o restricción calórica es necesario aumentar el % de proteína con el objetivo de preservar la masa magra y aportando un efecto más saciante a la dieta. El consumo de productos lácteos cumple con ese objetivo debido a su contenido en proteína de alta calidad.

Determinados metaanálisis a partir de estudios de cohortes muestran una relación inversa entre el consumo de productos fermentados y el riesgo de padecer DM2 posiblemente debido al efecto en la microbiota intestinal.

Otros estudios muestran un descenso de los niveles de glucemia tras el consumo de suero de proteína procedente de leche y yogur. Probablemente debido al contenido en leucina (BCAA) la cual induce estimulación de GIP (Polipéptido insulino-trópico dependiente de glucosa) pero no GLP-1 (Glucagón like peptide 1) comparado con otros aminoácidos. El GIP es posiblemente el factor clave de la alta respuesta de insulina y la subsecuente bajada de los niveles de glucosa en sangre, al menos en sujetos sanos. Además, nuevos estudios muestran una relación entre el consumo de lácteos y la sensibilidad a la insulina, pero son necesarios mayores estudios al respecto.

Enfermedad Cardiovascular

Los metaanálisis que se encuentran seleccionados dentro de esta revisión muestran que el consumo de productos lácteos, sobre todo aquellos bajos en grasa están inversamente relacionados, o bien, muestran un efecto neutro, del consumo de lácteos con respecto al riesgo de sufrir eventos cardiovasculares o hipertensión. Los resultados de los metaanálisis de estudios prospectivos deben interpretarse con cautela, sin embargo, las conclusiones obtenidas en todos ellos, se muestran en consonancia con un interesante metaanálisis donde se incluyen 20 estudios controlados aleatorizados realizados con sujetos sanos, en el que concluyen que el hecho de aumentar el consumo de alimentos lácteos enteros y bajos en grasa podría repercutir en un aumento del peso, pero no se observan cambios significativos en distintos factores de riesgo cardio-metabólicos. Los parámetros analizados fueron la circunferencia de cintura, HOMA -IR (índice para estimar la resistencia a la insulina), glucosa en ayunas, LDL-c, HDL-c, presión arterial sistólica, presión arterial diastólica o proteína C reactiva. Las limitaciones que muestra este estudio es que analiza estudios pequeños y de modesta calidad. (Duración media de los estudios de 26 semanas y con un consumo medio de 3,6 raciones de lácteos). Con respecto al aumento de peso mencionado en este metaanálisis, no consideramos que sea un dato especialmente relevante, ya que ese aumento dependerá de la dieta global que se lleve a cabo, y nunca de un único alimento.

No obstante, el consumo de productos "enteros" no guarda una relación positiva con el aumento de LDL cuyo aumento está relacionado con riesgo de infarto. Sin embargo, conviene aclarar que solo aquellas moléculas de LDL pequeñas y densas son las susceptibles de oxidación y por tanto las que presentan un mayor riesgo ateroesclerótico. El consumo de productos lácteos y sus derivados fermentados están relacionados con la generación de moléculas LDL menos pequeñas y densas. En cuanto al Colesterol total, el consumo de productos lácteos enteros, como yogur griego o quesos, no guarda una relación positiva con el aumento de dicho parámetro bioquímico.

La actual evidencia científica parece mostrar que el consumo de 200-300 ml al día de productos lácteos está relacionado inversamente con la posibilidad de sufrir un infarto y con sufrir hipertensión.

Salud ósea y osteoporosis

Los productos lácteos contienen calcio, fósforo, magnesio, manganeso, Zinc y vitamina K, los cuales junto a la Vit D son esenciales para mantener una salud ósea en la edad adulta e imprescindibles para generar huesos fuertes en la adolescencia.

Podemos definir la osteoporosis como una enfermedad pediátrica con consecuencias geriátricas; en relación a la presente revisión un bajo consumo de productos lácteos, sin duda estará fuertemente relacionado con sufrir osteoporosis en la edad adulta particularmente en mujeres.

En un metaanálisis dirigido por Huncharek et al, el consumo diario de productos lácteos, en aquellos niños con bajo consumo de lácteos de base se asoció con aumento de la densidad ósea a nivel lumbar pero no se mostró este aumento de la densidad en aquellos que tenían un alto consumo de productos lácteos.

En adultos la interacción entre calcio, fosforo, proteína y Vit D, reduce la resorción ósea y atenúa por lo tanto los efectos de la edad.

Como conclusión, la actual evidencia sugiere que existe un efecto positivo en el consumo de leche y productos lácteos en la salud ósea en adolescentes y niños, pero en adultos la evidencia es más limitada en cuanto a la salud ósea y el riesgo de fractura, lo que sugiere que el "trabajo" hay que hacerlo en la juventud.

Cáncer

En base a los metaanálisis analizados, podríamos decir que el consumo de lácteos NO se asocia con un mayor riesgo de cualquier tipo de cáncer, a excepción del de próstata, donde si parecen indicar dos estudios analizados, que el consumo de productos lácteos podría estar asociado con un aumento de su riesgo de aparición. Con respecto a esta afirmación, decir que todos los estudios analizados, son metaanálisis de estudios prospectivos, por lo que muchos factores de confusión pueden influir en la interpretación de los resultados. En el caso del cáncer de próstata, la edad (>50 años), la raza (negra), los antecedentes familiares y determinados cambios genéticos, la obesidad, el tabaquismo... son factores de riesgo. El consumo de lácteos podría tenerse en cuenta si muchos de estos otros factores están presentes. Si no es el caso, a priori no vemos relevante su exclusión de manera sistemática.

De manera general, NO recomendaríamos la EXCLUSIÓN de productos lácteos por el motivo de aumentar el riesgo de determinados tipos de cáncer, ya que la evidencia científica no avala esa afirmación.

Figura 2. Todos los efectos o asociaciones entre la ingesta de productos lácteos y consecuencias sobre la salud. (Flecha hacia abajo efectos favorables; flecha hacia arriba efectos negativos; flecha horizontal efecto neutro). Fuente: Thorning, 2016

Bebidas vegetales

La bebida de soja es la única bebida vegetal que sustituye de manera eficaz a la leche de vaca en cuanto a proteína se refiere, sin embargo, las bebidas vegetales de avena, arroz y almendras son extremadamente bajas en este macronutriente, en una reciente revisión Mäkinen et al, enfatiza en la necesidad de concienciar sobre su bajo contenido en proteína.

A pesar del hecho de que las bebidas vegetales son bajas en grasas saturadas y colesterol, alguno de estos productos tiene una densidad energética elevada debido al alto contenido de aceite y azúcares añadidos.

¿Lácteos enteros o desnatados?

Analizando nutricionalmente la composición de los productos lácteos enteros y desnatados conocemos que, obviamente, la leche entera aporta un mayor contenido calórico derivado de su mayor contenido graso. Con respecto a este aspecto es importante remarcar que el contenido calórico de un alimento no repercute ni se debe relacionar sistemáticamente con el aumento del peso corporal. Será importante conocerlo y tenerlo en cuenta en tu planificación nutricional, sin embargo, el hecho de que la leche entera contenga más calorías que las versiones sin grasa no debe ser motivo de descarte. Habrá que valorar la situación individual de cada persona. Las calorías son importantes, no lo son todo como verás a continuación.

En relación a la grasa saturada presente en la leche entera, tenemos que conocer que no toda es igual. Los ácidos grasos saturados de cadena media, como el mirístico, esteárico y láurico, podrían relacionarse con mejoras en la composición corporal en comparación con el consumo de ácidos grasos saturados de cadena larga (Tsuji, H y col. 2001). Más estudios deben analizarse para valorar la relación con la salud de este tipo de ácidos grasos saturados, pero también encontramos un meta - análisis donde se incluyen 51 ensayos controlados aleatorizados, donde sustituían dietas ricas en aceite de palma, (50 % compuesto por el ácido graso palmítico de cadena larga), con dietas ricas en ácido mirístico y laúrico, obteniéndose valores menores en la mayoría de los biomarcadores analizados relacionados con el riesgo de ECV tras esta sustitución (colesterol total, colesterol LDL, apolipoproteína A-1 y también colesterol HDL). (Fattore E y col., 2014).

Por otra parte, el contenido proteico, de hidratos de carbono y de calcio es similar en todos los tipos de leche de vaca. No existe gran variación entre estos macro y micronutrientes. Sin embargo, la leche desnatada tiene un menor contenido de vitaminas liposolubles (A, D y E). Este tipo de vitaminas están presentes en los lácteos enteros, ya que contienen la fracción grasa. Las versiones semi y desnatadas, al no tener grasa, el contenido en este tipo de vitaminas también se ve reducido, repercutiendo en un alimento menos completo nutricionalmente hablando.

En el Estudio Longitudinal Brasileño de Salud (ELSA-Brasil), un estudio multicéntrico de cohorte con más de 15.000 adultos de entre 35-74 años, se concluye que la ingesta total de alimentos lácteos, especialmente los enteros, se asocian de forma inversa e independiente con el síndrome metabólico en adultos de mediana edad y mayores, asociaciones que parecen estar mediadas por los ácidos grasos saturados lácteos. Los hallazgos de este estudio no respaldan las recomendaciones dietéticas para evitar el consumo de lácteos enteros.

La evidencia observacional analizada no respalda la hipótesis de que la grasa láctea o los productos lácteos con alto contenido de grasa, contribuyan a la obesidad o al riesgo cardiometabólico, y se sugiere que el consumo de lácteos enteros dentro de los patrones dietéticos típicos se asocia inversamente con el riesgo de obesidad.

En el estudio realizado por Engel, S. y col., realizan una intervención de 3 semanas en 18 sujetos, administrándoles 500 ml de leche entera de manera diaria y comparando con la ingesta de 500 ml de leche desnatada. La ingesta de leche entera no afectó negativamente a los lípidos sanguíneos, la glucosa o la insulina en la sangre en ayunas en comparación con la leche desnatada. Por otra parte, la ingesta de leche entera aumentó la concentración de colesterol HDL en comparación con la leche desnatada. Estos hallazgos sugieren que, pese a su mayor contenido calórico, la leche entera podría considerarse parte de una dieta saludable entre la población normocolesterolémica.

Como conclusión, podríamos afirmar que la ingesta de productos lácteos enteros no supone un problema a nivel de salud, quizá todo lo contrario debido a su mayor calidad nutricional. La recomendación del consumo de lácteos enteros o desnatados debe individualizarse y, sobre todo en deportistas, valorar el timing de su ingesta si se decide incluirlos.


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